Existen tres niveles del lenguaje para hablar y entender la sexualidad humana:
Primero, el nivel del lenguaje científico. En el lenguaje científico, el órgano sexual masculino se llama pene. Si queremos un sinónimo científico del pene, tendríamos que decir “aparato reproductor”. El mismo fenómeno se aplica al órgano sexual femenino que en el lenguaje científico se denomina vagina.
Segundo, el nivel del lenguaje infantil. Enseñamos a los niños a nombrar el pene como: “pitolita”, “macanita”, “bimbin”, “toletito”. En el lenguaje infantil la vagina se llama “palomita”, “cotorrita”, “popolina”. Los padres rehusamos enseñarles a nuestros hijos los nombres científicos de los órganos sexuales masculinos y femeninos.
Tercero, el nivel del lenguaje vulgar. No vamos a dar ejemplo del lenguaje vulgar.
Más de treinta años como sexólogo, escribiendo y hablando sobre la sexualidad en las iglesias, me convencen de que los cristianos no tenemos lenguaje sexual. No utilizamos ni el lenguaje científico, ni el infantil y mucho menos el vulgar. Por lo tanto, sufrimos de “mudez sexual”. Leí un escrito por el colega pastor y sexólogo, Dr. Bernardo Stamatea, que un hombre cristiano lo vino a ver y le dijo: “Se me murió el pájaro cantor”. El pastor empezó a enviarlo a una veterinaria, entonces el hermano le dijo que “aunque habían nacido juntos, el pájaro murió primero”. El pájaro al que se refería el hermano era su pene. Algunos hombres vienen a consulta y describen la razón de su visita como “es que ya no me canta el ruiseñor”, “el pájaro ya no puede entrar en el nido”, “se me cayó el plátano de la mata antes de madurar”, “el carro ya no me enciende”.
Los cristianos no podemos decir la palabra pene sin sentirnos culpables, con miedos y avergonzados. Como pastor y sexólogo, yo se que tenemos mas problemas sexuales en las iglesias que en la sociedad en general. Y esto es penoso y no debería ser así.
Tenemos hombres, esposos, hermanos, con problemas erectivos, con ejeculacion precoz o retardada, penetración dolorosa, y prefieren callarse sus males antes que hablar de lo que le sucede. Tenemos mujeres, Hermanas, esposas, que nunca han tenido un orgasmo, a veces ni quisiera saben en realidad en que consiste; esposos que no saben exactamente donde sus esposas tienen sus clítoris, y que no tienen la mas mínima idea de cómo provocarle orgasmos a sus esposas. Pero nadie en las iglesias se atreve a hablar sobre estos temas espinosos y cargados de tabúes.
En las iglesias callamos la sexualidad. El tema sexual es un tema pecaminoso, sucio, cargado de lascivia, lujuria y de morbosidad. Y los cristianos nos hemos quedado sin lenguaje sexual. Los cristianos somos seres “mudos” cuando se trata del tema sexual. Y esto es penoso, porque los mas afectados son los matrimonios y las familias. Y este ciclo de “mudez sexual” se transmite de generación a generación como algo normal y natural de las vidas de los cristianos.
Los cristianos no tenemos lenguaje sexual, aun cuando sabemos que el sexo y la sexualidad fueron creadas por nuestro padre celestial. Y más, cuando todos los cristianos creemos, que lo que Dios hace es Bueno en gran manera, como esta palabra aparece siete veces solamente en el primer capitulo del libro de el Génesis. “Y vio Dios que era bueno”. Y esto incluye el sexo en el matrimonio, el cual es bueno. Dios no crea mediocridades, suciedades, vulgaridades, morbosidades, perversidades. Todo lo que Dios crea, es bueno.
(Hector Zorrila y esposa, pastores, psicologos y conferencistas).
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